Fuerzas Aéreas y de Defensa Aérea de Uzbekistán

La Fuerza Aérea y de Defensa Aérea de Uzbekistán es un servicio de tamaño moderado, estructurado y equipado inicialmente siguiendo el modelo soviético tras la independencia del país. Está compuesta por un estimado de 10.000 a 15.000 efectivos. El componente de aviación de combate de la fuerza se ha consolidado a lo largo de los años, con una parte significativa de su inventario de cazas de la era soviética, incluyendo aeronaves MiG-29 y Su-27, según se informa, almacenados o retirados debido a la antigüedad y los desafíos de mantenimiento. Las capacidades operativas se han orientado históricamente hacia el apoyo a las fuerzas terrestres, un legado de la doctrina militar soviética. Las horas de vuelo de los pilotos se han reportado como bajas, lo que puede afectar la preparación para el combate general. La Fuerza Aérea tiene experiencia de combate, destacando el apoyo aéreo proporcionado durante la Guerra Civil Tayika y el Conflicto de Batken.

La doctrina estratégica de Uzbekistán es explícitamente de naturaleza defensiva y enfatiza el no uso de la fuerza militar excepto para repeler la agresión. Un principio clave de su política de seguridad nacional es la no participación en bloques político-militares y la prohibición de bases militares extranjeras en su territorio. El país persigue una política exterior multivectorial, buscando construir asociaciones estratégicas con varias naciones para mejorar su seguridad. Esta doctrina guía el desarrollo de sus fuerzas armadas, centrándose en la defensa de la soberanía y las fronteras.

Actividades recientes incluyen la participación en ejercicios conjuntos con socios internacionales como la India y asociaciones con la Guardia Nacional de EE. UU. En 2021, varias aeronaves de la antigua Fuerza Aérea Afgana, incluyendo Super Tucanos y Cessna 208, huyeron a Uzbekistán; estas han sido transferidas oficialmente a la Fuerza Aérea Uzbeka desde entonces.

La fuerza se encuentra en una fase crítica, buscando activamente reemplazar sus envejecidas aeronaves de la era soviética. Esto marca un giro estratégico significativo, alejándose de su dependencia tradicional de Rusia, influenciado por la capacidad disminuida de Moscú para suministrar nuevo equipo y un deseo de tecnología más avanzada. Uzbekistán está explorando múltiples opciones para nuevas aeronaves de combate. Se han mantenido conversaciones con Francia para la posible adquisición de 24 cazas Rafale. Simultáneamente, existe un fuerte interés en aeronaves chinas, con el J-10C, el JF-17 Bloque III, y potencialmente incluso el J-35 siendo considerados como alternativas más rentables. Esta diversificación se extiende a la defensa aérea, con la integración reportada de sistemas chinos como el SAM de largo alcance HQ-9B, lo que indica un reajuste más amplio de su estrategia de adquisición de defensa.