Fuerzas militares de Rusia 🇷🇺

Las fuerzas armadas de Rusia, a pesar de las importantes pérdidas en la guerra contra Ucrania, siguen siendo una fuerza formidable a nivel mundial y un actor principal en su región. Sin embargo, el conflicto en curso ha expuesto debilidades significativas, forzando una adaptación drástica en su postura estratégica y en su complejo militar-industrial.

Fuerzas Militares y Estructura

Las Fuerzas Armadas rusas se encuentran entre las más grandes del mundo, con aproximadamente 1.1 millones de efectivos activos a principios de 2025, y planes para expandirse a 1.5 millones. La fuerza se estructura en torno a las Fuerzas Terrestres, la Armada y las Fuerzas Aeroespaciales, complementadas por armas independientes como las Fuerzas de Misiles Estratégicos y las Fuerzas Aerotransportadas. Rusia mantiene el arsenal nuclear más grande del mundo, un elemento clave de su disuasión estratégica.

La guerra en Ucrania ha provocado pérdidas asombrosas de personal, con estimaciones de muertos y heridos que alcanzan hasta un millón para junio de 2025. Para compensar, Rusia ha movilizado su economía y depende cada vez más de una combinación de soldados profesionales y reclutas, aunque la calidad del entrenamiento para los nuevos reclutas es, según se informa, deficiente. El ejército también ha perdido una vasta cantidad de equipo, incluyendo más de 3000 tanques, lo que ha forzado la reactivación de modelos más antiguos de la era soviética como el T-62 y el T-54.

La industria de defensa de Rusia está operando las veinticuatro horas del día para apoyar el esfuerzo bélico, con una porción significativa del presupuesto federal de 2025 asignada a la defensa. Si bien la producción de misiles y drones ha aumentado, la industria enfrenta desafíos debido a las sanciones occidentales, problemas burocráticos y la falta de acceso a tecnología moderna.

Tendencias Estratégicas y Perspectivas Futuras

El conflicto en Ucrania ha reconfigurado las prioridades estratégicas de Rusia. El impacto inicial de las altas bajas y pérdidas de equipo ha dado paso a una estrategia de desgaste, aprovechando su mayor población y economía movilizada. El ejército ruso ha mostrado cierta capacidad de adaptación, aumentando el uso de drones, bombas planeadoras y guerra electrónica.

Una tendencia clave previsible es el enfoque continuo de Rusia en la reconstrucción y expansión de sus fuerzas convencionales, con el objetivo declarado de aumentar el personal militar en casi un 50% con respecto a los niveles anteriores a la guerra. Esto se enmarca como una respuesta necesaria a la amenaza percibida de la OTAN, particularmente después de la adhesión de Finlandia y Suecia. Sin embargo, la capacidad de equipar a estas nuevas fuerzas con equipo moderno sigue siendo un desafío significativo.

A corto y medio plazo, si bien la capacidad de Rusia para una guerra convencional a gran escala contra la OTAN es limitada debido a sus compromisos en Ucrania, aún puede poseer la capacidad para acciones militares limitadas. El régimen de Putin parece confiado en su capacidad para sostener el esfuerzo bélico financieramente y en su eventual victoria sobre Ucrania. La trayectoria a largo plazo de la fuerza militar de Rusia dependerá en gran medida del resultado de la guerra, la efectividad de las sanciones y su capacidad para innovar y modernizar sus fuerzas en una nueva realidad geopolítica.